Jorge Coto Bautista Hijo de nuestra compañera Pepi Bautista (O.P. Avilés) |
Salimos de Avilés, Gijón y Oviedo el 29 de abril y tomamos rumbo hacia Burgos, dirigidos por un barbado conductor que mostraría ser un gran profesional y que en seguida se convertiría en uno más del grupo.
El Hotel Silken Gran Teatro nos recibiría con una magnífica cena en la que brillaba con luz propia una fantástica lasaña de morcilla. Sí, es posible, ¡y está deliciosa!
Tras la cena, la mayoría de nosotros dimos un paseo nocturno por las preciosas calles de Burgos. El hotel estaba situado en pleno centro histórico, a orillas del Río Arlanzón, junto al puente situado en el lugar por donde, cuenta la leyenda, marchó el Cid en su camino al exilio.
Al día siguiente visitamos el Museo de la Evolución, impresionante tanto por su diseño moderno como por su fantástico contenido. Allí pudimos contemplar algunos de los hallazgos que han cambiado totalmente nuestra percepción sobre nuestros antepasados.
Tras el Museo, viajamos hasta la Cartuja de Miraflores, uno de los pocos conventos de monjes cartujos que siguen en activo en el mundo. Estos monjes, además de vivir en unas condiciones de austeridad extrema, hacen voto de silencio pudiendo hablar nada más que una hora a la semana. Lo cierto es que nadie pudimos comprender como podían organizarse así. El monasterio en sí es un edificio gótico bastante recomendable, destaca una prodigiosa talla de San Bruno, fundador de la congregación, con un rostro sorprendentemente realista.
Dimos cuenta de un buen lechazo en la población de Quintanadueñas, para después dirigirnos hasta la Sierra de Atapuerca, uno de los yacimientos prehistóricos más impresionantes del mundo y probablemente el más importante de Europa. La información recogida en Atapuerca es la base de la inmensa mayoría de las teorías actuales sobre la distribución y evolución humana en Europa. Allí pudimos aprender algo sobre el trabajo de los arqueólogos modernos.
La cena del día 30 consistió, para la mayoría de nosotros en una degustación de las típicas tapas burgalesas mientras volvíamos a recorrer el casco histórico.
El día 1 nos dirigimos, en primer lugar, hasta la población de Lerma, un pueblo con un bonito casco histórico del S. XVIII donde destaca su colegiata. Tras Lerma, Covarrubias, un pueblo que parece sacado directamente de la Edad Media. Allí, tras deambular por las estrechas calles repletas de casas medievales y visitar también su colegiata, pudimos probar la famosa Olla Podrida.
Tras la comida nos dirigimos al desfiladero de la Yecla, un precioso pasaje que pudimos hacer a pesar de que la lluvia nos estropeó un poco el paseo. Y, por último, visitamos el mítico Monasterio de Silos, con su fantástico claustro y sus famosos capiteles románicos ricamente adornados con excepcionales figuras.
El 2 de mayo lo dedicamos a la propia ciudad de Burgos, especialmente la espectacular catedral con sus monumentales dimensiones. Un puñado de nosotros subimos después hasta el Castillo, que se encontraba cerrado, pero desde el que se podían ver unas espectaculares vistas de la ciudad.
Después de una espectacular comida de despedida, nos dirigimos de regreso a Asturias, con las retinas maravilladas y los estómagos más que contentos por unos días en los que todos los problemas y preocupaciones parecieron poca cosa.