Tomás Felipe Álvarez Rodríguez Compañero de la Caja, en Promotores Oviedo |
En la madrugada del pasado día 3 de abril (¿o eran las últimas horas de la noche del día 2?; no lo sé: la noche me confunde), en las principales ciudades de Asturias se cruzaban grupos de personas con destinos dispares: unos, volvían de “la noche”; otros, un total de 50 (49 viajeros, más “Morfeo”, quien nos acompañó un buen trecho) iniciaban un viaje a “La Gran Manzana”.
A bordo de un bus de Autopullmans Llaneza, nos dirigimos a Madrid sin incidencias, con parada “técnica” en Villaquejida. Los accesos a la capital con las consabidas retenciones (¡¡qué bonito es vivir donde lo hacemos!!).
Ya en la T1 de Madrid-Barajas, realizamos los trámites en los mostradores de Delta Airlines y en el vuelo DL 127 pusimos rumbo al continente americano en tiempo y hora.
Vuelo sin contratiempos, salvo las consabidas turbulencias (van incluidas en el precio del pasaje). Aterrizamos en el aeropuerto JFK después de 8 horas escasas de viaje.
Trámites de acceso sin incidencias; las “peculiaridades” del personal de fronteras de EE UU tolerables ¡¡Ah!!. ¡No se perdió ninguna maleta!
NY nos recibió con lluvia ¡¡que detallazo!! ¡¡Que bonito homenaje a este grupo de viajeros de ultramar!!.
En el JFK nos esperaba Gabriel (sigan la pista de este hombre), guía que nos fue asignado por City Tours, y Francis, una bonita colombiana que “manejaba” el bus 101 con destreza y acierto.
De camino al hotel (Millennium Broadway, entre las 44th St y 45th St con Broadway), primeros contactos con la capital del mundo.
Una vez “chequeada” nuestra entrada en el hotel (magnifico, por cierto) y de reconfortarnos brevemente, nos lanzamos a la calle a la primera toma de contacto con la ciudad ¡¡los días son pocos y La Manzana es muy Grande!!. Y dejó de llover, dando paso al sol americano.
Tras un reconfortante descanso nocturno, nos pusimos en pié, rehicimos maletas, y después del desayuno (en el contiguo Planet Hollywood) salimos en dirección a Washington.
Día gris; los ánimos por las nubes. Salimos por el Oeste de NY, utilizando el Lincoln Tunnel al vecino y contiguo estado de New Jersey; Gabriel ya empezaba a dar cuenta de su saber.
Mejoraba el tiempo a medida que nos dirigíamos al sur. Atravesamos varios estados de la Unión.
En Philadelphia el día estaba soleado, aunque frío y ventoso. Efectuamos la visita prevista, con amplio recorrido en bus, parada en el Museo de Arte (alguno se atrevió con la carrera) y ya en el centro se dispuso de tiempo para el resto de visitas que cada cuál estimó más oportunas. Destaco personalmente el barrio victoriano y el edificio de “La Bourse”, hoy convertido en centro comercial y de ocio.
A primeras horas de la tarde de nuevo al bus hasta final de destino. Los accesos a Washington DC con retenciones, pues como nos indicó Gabriel aquél era un fin de semana especial: se celebraba el “Cherry Blossom”. Mañana cuento.
Ya en la ciudad “tour” en bus por el centro (The Mall), Pennsylvania Avenue, Constitution Avenue, ….., que nos anticipó lo bonita que es la ciudad. Mucha gente en la calle, autentico “ambientazo”, y mucho tráfico rodado, amén de los cortes de calles por motivos de seguridad. Francis se tuvo que esmerar
Alojamiento en el Hotel Washington Capital Hilton, conocido como “Hotel de los Presidentes” (se suelen celebrar recepciones con motivo de las visitas de los dignatarios extranjeros). Buen hotel. Cena “en familia”, y a dormir que aún se arrastra sueño del día anterior.
Empiezo por el final: ¡increíble ciudad! ¡impresionante día! ¡inmejorable ambiente!.
Tras el desayuno en el hotel (magnífico buffet), Francis nos esperaba con el motor del bus 101 de City Tours en marcha, para iniciar la visita a la ciudad.
Gabriel dejó, momentáneamente, su puesto de guía a favor de Lily (guía local), por no se que extrañas leyes federales sobre ejercicio de la profesión a los no residentes en la capital ¡¡cosas de los americanos!!.
Primera parada: la inmaculada Casa Blanca. Por cierto: no estaba el Sr Obama, pero disculpó su ausencia; prometió recibirnos la próxima vez. Como fuimos madrugadores, éramos los primeros viajeros en los alrededores, y las fotografías lo agradecieron.
A continuación rumbo al Capitolio. El sol en todo lo alto. El edificio de blanco radiante. ¡¡Fascinante!!.
De nuevo al bus, rumbo al Cementerio de Arlington. De camino bordeamos el Tidal Basin, lago situado en el lateral sur del The Mall, rodeado de cerezos en flor, que fueron un regalo a la ciudad del estado de Japón y que cada año y durante 7 días (es lo que dura la floración del cerezo) convierte a W DC en punto de atracción: la celebración del “Cherry Blossom”. Un auténtico espectáculo visual.
De paso también divisamos a lo lejos la sólida estructura del edificio del Pentágono.
En Arlington, y después de un breve receso “técnico”, nos dirigimos a pie en dirección al Arlington House, en lo alto de la colina dominante, como paso para visitar las tumbas de los hermanos Kennedy: John (y su esposa Jacqueline) y Robert; esta última muy sencilla.
De nuevo vuelta a W DC para permanecer todo el tiempo en The Mall. Comenzamos por el Lincoln Memorial, abarrotado de gente, que se confundía con los participantes en una carrera popular que tenia su base en el propio The Mall; el Vietnam Veterans Memorial (en fila india: debieran organizar el recorrido) y el obelisco del Monumento a Washington.
A destacar: la magnífica vista desde lo alto de las escalinatas del Lincoln Memorial sobre The Mall, con el Capitolio al fondo, que recordaba mucho las vistas desde el parisino Trocadero.
La tarde fue de libre disposición, que mayormente se invirtió en la visita a los diversos museos que jalonan The Mall. A destacar el Museo del Aire y del Espacio, que debe su popularidad a lo peculiar de sus fondos, con piezas originales; el Museo Nacional de Historia Americana, también conocido como “Museo de los Indios”, con su original edificio, la Galería Nacional de Arte, una de las más importantes pinacotecas de los EE UU, sin olvidarnos del Museo Nacional de Historia Natural.
La cena se celebró en esta ocasión en un restaurante italiano (“Tomate”) en las proximidades del hotel.
En esta jornada se introdujo un añadido respecto al programa original: un tour nocturno para ver los contrastes respecto al día. En el bus “manejado” por Francis, las labores de guía correspondieron a Ray. Recorrimos los monumentos que jalonan The Mall; a decir verdad, la ciudad no cuida, en cuanto a iluminación nocturna sus tesoros arquitectónicos.
Nos detuvimos en el Jefferson Memorial, este sí mejor iluminado, situado a una margen del Tidal Basin.
El regreso se hizo con un pequeño recorrido por el barrio universitario de Georgetown, sede de la prestigiosa universidad de igual nombre, y corriendo a la cama a reponer fuerzas, pues la larga e intensa jornada hizo mella en el grupo.
De buena mañana, Francis y Ray lo anunciaron: “De Virginia vienen las lluvias”. Y llegaron.
Tras el desayuno en el magnífico buffet de hotel, nos encaminamos en bus a la cercana localidad de Mount Vernon, distante unos 25 Km de W DC, en el estado de Virginia, para la visita programada a la casa en que vivió G Washington.
En el centro de recepción del complejo asistimos a un film (aprox 30’) sobre una parte de la histórica vida de G Washington, y a continuación accedimos a los jardines que nos llevarían a la casa principal y resto de construcciones del complejo. Bajo la lluvia, no cantamos, pero hicimos cola durante un tiempo, hasta que accedimos a la casa a visitar todas las estancias en un recorrido pre-determinado.
Tras un alto para visitar la shop del recinto, los WC del recinto y tomar un café en el bar del recinto, nos pusimos en marcha camino de W DC para continuar la jornada, con una parada en la localidad intermedia de Alexandria, que cuenta con puerto fluvial sobre el río Potomac y un interesante trazado urbanístico, asemeja a un típico pueblo inglés. En conjunto, la ciudad merecía dedicarle un mayor tiempo del dispuesto. ¡¡Ah!!. Para entonces hacia rato que habían cesado las lluvias que provenían de Virginia.
En W DC comida en un restaurante de pescados y mariscos en el puerto (fluvial) de la ciudad “Phillips Flagship”, a base de mariscos y buffet con otras especialidades.
La tarde quedó a libertad de los integrantes del grupo, si bien el bus nos trasladó hacia el barrio de Georgetown, donde (quien quiso) pudo visitar el campus universitario (nada relevante en lo arquitectónico), el entramado de calles que conforman el distrito más antiguo de la ciudad, y los numerosos comercios (de calidad) y locales de ocio.
Por nuestra cuenta regresamos al hotel, para celebrar la última cena (suena bíblico ¡eh!) en el propio hotel, y retirarse pronto que hay que hacer maletas para regresar a “La Gran Manzana”.
¡¡Hasta pronto Washington DC!!. Algunos de los presentes volverán, sin duda.
Degustamos el último desayuno en el hotel, recogimos los bártulos y con la música a otra parte ¡¡pero que parte!!.
W DC nos despidió con un día radiante de sol, pero frío, que provocó la aparición de las bufandas.
La ciudad ofrecía otra cara, con el trasiego propio de un día laboral, muy diferente de la efervescencia del día festivo.
En marcha hacia NY, con parada “técnica” intermedia, Gabriel nos amenizó el viaje con información sobre los distintos Estados que cruzábamos.
Sobre las 13.00 horas arribamos a NY, que nos recibió con nubes y frío. Acomodación en Hotel Millenium Broadway, frugal almuerzo, y tarde libre para DISFRUTAR (sí, con mayúsculas) de esta mágica ciudad, que cada cuál aplicó según confeccionó su programa personal para el tiempo libre.
Después del desayuno realizado en el cercano “Planet Hollywood” (con unos pequeños desajustes solucionados eficazmente por Gabriel), el bus 101 de City Tours, manejado con la habitual eficacia por Francis nos esperaba para un tour de mañana por la ciudad.
El día amaneció gris; en algunos momentos se produjo una importante caída térmica que precipitó agua-nieve ¡¡todo un espectáculo!!.
Ascendiendo por la 6th Av (también conocida como Avenida de las Américas), enfocamos Central Park West (la zona más “guay” de NY), con parada ante la casa donde asesinaron a John Lennon, y paso por el Museo de Historia Natural. Rodeamos Central Park (que maravilla de parque) para enlazar por el este con la 5th Av , con paso por delante del Hospital Monte Sinaí, el Guggenheim Museun y el Metropolitan Modern of Art.
En la parte comercial de 5th Av se sitúa el Rockefeller Center (que pasa por ser el complejo comercial y de ocio mayor de los EE UU), la catedral de San Patricio (pidiendo espacio entre tantos rascacielos) y todo el entramado de tiendas de lujo allí asentadas.
A la altura de Times Square tomamos Broadway Av para dirigirnos al sur de Manhattan, con paradas ante el Empire State (foto de rigor) y el Flatiron (foto de rigor), así como en la “Zona Cero” para ver (más bien intuir) los trabajos de reconstrucción en el solar ocupado antes por las “Torres Gemelas”; proseguimos ruta hasta Battery Park, donde divisamos a lo lejos la Estatua de la Libertad (ingentes colas para tomar el ferry hacia la isla)y la Isla de Ellis.
El viaje de regreso se hizo cruzando por medio del Distrito Financiero, hasta Litle Italy, donde comimos (bien, por cierto) en un restaurante italiano (lo siento, no recuerdo el nombre) que estaba incluido en el paquete turístico.
Tarde de libre disposición. Asesoramiento “técnico” con Gabriel sobre “que ver”, “donde comprar tal cosa”,….
Quienes habían optado por la panorámica en helicóptero la llevaron a término desde un helipuerto en la parte sur de la isla. La opinión de los usuarios fue muy buena (para la mayoría fue su bautizo en el medio), pudiendo observarse las precauciones que en materia de seguridad aérea se tomaron a raíz de los trágicos sucesos de setiembre de 2001.
Desayuno de nuevo en el cercano “Planet Hollywood”, y día previsto como de libre disposición.
Fantástico día: soleado, ni una nube en el cielo, con subida de temperaturas respecto a los precedentes.
En la tarde/noche, el bus 101 de City Tours, manejado en esta ocasión por D. Jesús, nos recogió en el hotel para llevar a término un de los platos fuertes del viaje: el tour nocturno a NY.
Descendimos al sur de la isla (el destino era la terminal del ferry a Estaten Island) por la parte este de Manhattan (East Village y Lower East Side), la parte menos conocida de NY, donde radican las más pobladas colonias de hispanos y donde nació el “spanglish”.
Guiados de la mano y de la voz de Gabriel, tomamos el ferry (gratuito) hacia Staten Island, uno de los 5 municipios que conforman NY City. En el ferry nos situamos en popa (para los profanos en cuestiones náuticas: la parte de atrás del barco). Y comenzó el espectáculo: la imponente vista nocturna del perfil de los rascacielos del distrito financiero alejándose a medida que el ferry va pasando las islas de Liberty, Ellis y Governor.
En Staten Island (ciudad dormitorio de la City, sin interés alguno) nos esperaba D. Jesús, quien nos transportó hacia Brooklyn por el puente Verrazzano, con parada bajo el “Señor Puente de Brooklyn” (Gabriel dixit), junto al afamado River Café donde se tomaron memorables fotos (que se lo pregunten a Manolo y Eugenio, entre otros), así como una foto de grupo (esta en custodia por JA Viso). A continuación, otro plato fuerte: la visita al barrio habitado por la comunidad Judía Hasidica. Estremecedor relato de usos y costumbres, inimaginables en un país como los EE UU, una ciudad como NY y, sobremanera, en pleno siglo XXI (escribo esto desde el mayor de los respetos). Eso sí, desde entonces se puso de moda “el uso del sombrero”.
Cruzando el puente de Manhattan, rumbo a la isla del mismo nombre, con espectaculares vistas del “Seños Puente de Brooklyn” (Gabriel dixit) a nuestra izda., nos encaminamos al “postre” de la jornada: la ascensión al mirador del piso 86 del Empire State Building. Brillante colofón para la jornada. Colas razonables y estrictos requisitos de seguridad para el ascenso. La espectacular noche contribuyó a vistas nocturnas inimaginables sobre los cuatro puntos cardinales de la ciudad. INOLVIDABLE.
De aquí corriendo a la cama; el día fue muy intenso, y aún queda tela por cortar.
Desayuno de nuevo en el cercano “Planet Hollywood”, y día previsto como de libre disposición.
Cada cuál determinó su programa: barrios, museos, compras, …, o de todo un poco.
Día espléndido. Sol. Sin nubes. Agradable temperatura.
A la noche se asistió a la representación del musical “Cabaret”, entre los 10 mejores espectáculos de Broadway, en el teatro Embassador. Magnífica representación a cargo de un elenco de profesionales del music hall, que hicieron las delicias de todos los presentes.
A destacar el impresionante ambiente en la zona, a la entrada y salida de los numerosos teatros allí localizados, con el añadido de ser viernes y comienzo del “finde”.
Y esto es todo amigos por el día de hoy.
Desayuno de nuevo en el cercano “Planet Hollywood”.
Se cumplieron las previsiones: llovió en la mañana, hasta primeras horas de la tarde.
A las 9.00 el 101 de City Tours, comandado por Gabriel y con nuevo conductor, nos recogió en el hotel para realizar un tour sobre los otros municipios de la City.
Por el Lincoln Tunnel cruzamos al vecino New Jersey, con breve parada en el mirador de Boulevard East, cuyas vistas sobre Manhattan y el rio Hudson quedaron deslucidas por la fina cortina de agua que caía de forma incesante .
Nos encaminamos al Bronx, donde pudimos ver algún indicio de la realidad social de la zona, circundando los estadios (dos, el nuevo y el viejo, que dispendio) de los Yankees, con parada en la Comisaria de Policía del Distrito 42; accedimos a su interior y dos oficiales de policía nos comentaron diversos aspectos sobre su vida cotidiana (la de policía, se entiende). Allí consultaron los archivos de la CIA, FBI e Interpol, y descubrieron entre la expedición a un tal “JA Viso”, que rápidamente fue esposado pues estaba en busca y captura. Escotamos para la fianza y pudo regresar con la expedición.
De nuevo al bus y rumbo al señorial y residencial barrio de Queens, nada que ver con lo anterior, rodeando el estadio de los Mets, las pistas de Flushing Meadows (Open Usa de Tenis) y parada en el Museo de Queens para ver la maqueta de NY City ¡¡sorprendente!!.
A todo esto, la lluvia erre que erre.
Regresamos a Manhattan desde Brooklyn, para ver, una vez más, el “Señor Puente de Brooklyn (Gabriel dixit), y el grupo se disgregó en la isla en las diversas paradas efectuadas.
El resto de la tarde fue de libre disposición, para apurar los últimos “tragos” del viaje.
A la noche, cena de despedida en el “Carmine´s”, cerca del hotel; buena cena y mejor ambiente, donde intercambiamos comentarios, risas y anécdotas de un viaje que ¡hay dolor! toca a su fin.
De regreso al hotel el ambiente en Times Square era de los que hacen época; la plácida noche contribuyó a ello.
A descansar y a hacer las maletas ¡¡cuidado con los sobrepesos!!.
“Todas las cosas tienen un principio y un final, menos las salchichas, que tienen dos” (Oscar Mayer)
NY nos despidió con un magnífico día de sol radiante.
Después del desayuno, cargamos las maletas en el famoso 101 de City Tours para estirar las últimas horas en la capital del mundo.
Con toda la expedición a bordo, al bus (D Jesús al timonel) le dio por no arrancar. ¡Mirai el delco! ¿Será la junta culata? ¡¡No me no, eso ye la correa del ventilador! ¿Bajaremos a empujar o?
Gabriel tomo decisiones: en un periquete, un nuevo bus de la compañía nos recogió y emprendimos viaje al barrio de Harlem, al norte de Manhattan, con paso por la prestigiosa Universidad de Columbia, y recorrido por las calles de este revitalizado barrio (casas remozadas, buenos coches, gente de buen vestir) donde se asienta la mayor comunidad Afroamericana de NY.
En la iglesia “Greater Central Baptist Church” (una de las más de 200 que hay en el barrio) asistimos al oficio religioso (misa Gospel), y participamos en la parte permitida a los visitantes (que no miembros de dicha iglesia). Impresionante. Hay que verlo y oírlo para creerlo. El fervor e implicación de los feligreses era total, al punto del éxtasis.
Regresamos a Manhattan, rodeando Central Park (delicioso en esta mañana de domingo), y atravesamos la isla, previo cambio al 101 una vez reparado, para dirigirnos al Pier 17 para comer.
Esta zona era el antiguo muelle pesquero de NY, y tanto la lonja como los almacenes contiguos se rehabilitaron como zona comercial y de ocio. Las vistas sobre Brooklyn y el “Señor Puente de Brooklyn” (Gabriel dixit) son imponentes.
Después de comer traslado al aeropuerto JFK, trámites de embarque, y tiempo de espera hasta embarcar en el vuelo DL126 de Delta Airlines; el despegue, previsto para las 19.00 horas (hora local) se demoró 60’ por el intenso tráfico existente de salida.
A bordo jugamos al conocido “busca tu par”: para asegurar el regreso se bloquearon las 50 plazas, con lo que nos acomodaron “a boleo”. Allí: tengo un 27B, que cambio por un 34D; yo en el 37B quiero in con mi pareja en el 30C,…… ¡La gente flipaba! ¡Cuan locos están estos españoles!. Al final todo se arregló.
Noche a bordo. Vuelo sin incidencias. Apenas turbulencias.
Con más de 30’ de adelanto, aterrizamos en Madrid-Barajas, que nos recibe con tiempo soleado y fresco.
Tras la retirada de equipajes (no se extravió ninguno), nos esperaba un bus de Autopullmans Llaneza, que por cierto estrenábamos, manejado por Rubén, para dirigirnos por carretera hasta Asturias, entre un “bamboleo” de cabezas producto del cansancio y sueño acumulados en los días anteriores.
Parada en Villaquejida para comer, una gentileza (hay que decirlo, nobleza obliga) de Viajes Malabi.
Sin más llegamos a término, siendo los primeros en tocar tierra astur los expedicionarios de Mieres, luego a las 16.30 los de Oviedo, y sucesivamente Gijón y Avilés.
A destacar algo muy importante: todos regresamos sanos y salvos.
Para la mayoría de viajeros este era el primer viaje tanto a los EE UU como a NY, la posibilidad de ver cumplido un sueño, una ilusión. A ciencia cierta que alguno(s) de los viajeros repetirán en un futuro.
El viaje nos permitió reconocer calles, plazas, edificios, rincones,…, tan habituales en películas y spots publicitarios.
El viaje nos permitió un contraste (mínimo si se quiere) con el “estilo de vida americano”, tan diferente al nuestro europeo y mediterráneo.
El viaje nos permitió experimentar por nosotros mismos todas las excelencias que de la ciudad nos contaron quienes nos precedieron a visitarla.
NY, “la capital del mundo”, es una ciudad llena de contrastes. El bullicioso y mágico Manhattan. El Queens señorial y residencial. La marginalidad del Bronx. El encanto de Brooklyn. Staten Island indiferente.
La organización descansó en el “tridente” formado por JA Viso, coordinador del viaje, Juan Timón, representante de Viajes Malabi, y GABRIEL (con mayúsculas, no es un error mecanográfico), nuestro guía de City Tours, verdadero “pivote” del “team”. Incansable, con gran implicación, resolutivo, grandes dotes de comunicador; no daba información, transmitía emociones, y su devoción por la ciudad que 22 años atrás lo acogió como uno más.
Las dificultades que toda organización entraña fueron resueltas satisfactoriamente, buscando los menores contratiempos posibles.
Personalmente esta fue mi primera experiencia con el Club de Viajes y la califico como muy positiva por el alto nivel organizativo mostrado y el ambiente reinante en el grupo.