CRÓNICAS 2008

CROACIA, ESLOVENIA Y BOSNIA

Marta González Gay

Hija de nuestro compañero de la Caja José Manuel G. Estrada, en Sector Inmobiliario

Miércoles 3 de septiembre

Orbayando y con 10’ de retraso, salimos de Oviedo. Parada en Avilés y rápida facturación en Ranón, gracias a que los coordinadores ya habían gestionado las tarjetas de embarque. Se retrasa 35’ el vuelo de Iberia IB475 de las 13.45h, así que una vez en Barajas nos apuramos en busca de la puerta de embarque, pues tenemos poco margen para el trasbordo. No debe ser nuestro día de suerte porque volvemos a tener retraso, esta vez de 2h. Nos consuela pensar que al menos dará tiempo a comer algo y sobre todo a cambiar las maletas de avión. Sin embargo, cuando aterrizamos en el aeropuerto Marco Polo (ya de noche, así que nos perdemos la vista aérea de Venecia), resulta que faltan dos maletas, una pena. Mientras las reclaman, saludamos a quienes nos van a acompañar los próximos días: Paquita, guía de Cóndor Vacaciones, y Milan y su autobús, con una plaza menos, lo que obliga a recolocar a los viajeros de las últimas filas. Tras algunas dificultades de Milan con la barrera del parking, iniciamos la última etapa de hoy, hasta Opatija, en Croacia. Paquita nos resume el circuito y da los primeros datos prácticos sobre monedas y pasaportes, muy importantes dada la cantidad de fronteras que vamos a cruzar. Tras una parada técnica después de Trieste y algunas cabezadas, cruzamos la Península de Istria y pasa de la 1 cuando al fin podemos dar cuenta de la cena fría en la habitación del Hotel Agava y descansar…

Jueves 4 de septiembre

La salida está prevista a las 11.30h, así que tras desayunar en el hotel salimos a conocer Opatija, que fue lugar de veraneo de la monarquía austrohúngara y ahora es un pueblo muy tranquilo de jubilados y balnearios. Bajamos por la calle principal hasta el Paseo de la Fama y el puerto, entre villas y palacetes del S.XIX. Volvemos por el paseo costero, parando en Villa Angiolina (el primer hotel del lugar, 1844) y sus jardines.

Muy puntuales cargamos maletas y salimos por la carretera de Pula. Al fondo, entre el monte Uka y el mar Adriático, se ve Rijeka, la 3ª ciudad croata y principal puerto. Vamos a cruzar el Karst, la región montañosa entre el Golfo de Trieste y Ljubljana (a 104 km), famosa por sus formaciones calizas debidas a la erosión del agua. Enseguida cruzamos la frontera con Eslovenia, con 2 mill de habitantes, el tamaño de Cáceres y una única salida al mar de 47 km. En la UE desde 2004, fue la 1ª república yugoslava en independizarse, el 25/06/91, adelantándose un día a lo previsto y anticipándose así al ataque serbio. La guerra duró sólo 10 días porque era una región muy homogénea, católica, que no reclamaba otras tierras, y de paisaje y costumbres centroeuropeos. Se asemeja al Tirol austriaco (geranios en las ventanas, jardines muy cuidados…).

Tras 1h30’ de viaje, llegamos a comer a las Cuevas de Postojna, formadas por el río Pivka. Descubiertas en 1818, son las más grandes del país y unas de las mayores del mundo. Tienen 2 mill de años y 20 km de galerías, aunque sólo veremos unos 5 km. Entramos abrigados y hacemos la primera parte en un minitren subterráneo que va bastante rápido y da la impresión de que nos va a dejar sin cabeza en cualquier momento, para seguir con una visita guiada a pie de casi 2h que nos deja sin palabras. Destacan la Gran Montaña, el punto más elevado de la cueva, la Galería Rusa y el Puente de los Rusos (construido por prisioneros rusos durante la 1ª Guerra Mundial), y la Sala de Conciertos, con 40 m de altura y 3000 m2. A lo largo de todo el camino admiramos cientos de estalactitas, estalagmitas, columnas y velos, en su mayoría formaciones calcáreas de color blanco con tonos rojizos o grises donde el agua disuelve otros minerales. No puedo dejar de pensar que crecen ¡1 cm cada 100 años! Habitan en las cuevas 85 especies, destacando el Proteus Anguinus o pez humano, similar a una lagartija blancuzca, ciega y con pies y manos, que sólo podemos ver en fotos. La salida también se hace en tren, pudiendo verse un tramo subterráneo del río Pivka. Al salir cae un chaparrón, y entre arco iris y comentarios sobre la belleza de las cuevas seguimos viaje hacia el Hotel Mons, a las afueras de Ljubljana. Reparto de habitaciones y sin apenas tiempo, cena de autoservicio. Retirada casi general a dormir, aunque los que nos decidimos a coger un taxi al centro descubrimos una ciudad con muchísimo encanto de noche, sobre todo la zona de terrazas sobre el río, con velas, sillones cómodos, música baja, y repletas de estudiantes en animada conversación.

Viernes 5 de septiembre

Diana a las 8.45h, desayuno y autobús al centro de Ljubljana, con algunas dificultades para encontrar la salida de la autopista. En la Plaza del Congreso nos espera la guía Ana para una visita de 3h por el centro histórico, a los pies del Castillo. Ljubljana es una ciudad universitaria considerada la más segura de Europa, la mejor iluminada en Navidad y una de las de menos paro. Comenzando por las sedes de la Universidad y la Filarmónica Eslovena, en la misma plaza; paseamos por la zona universitaria, en la que destaca el edificio de la Biblioteca Nacional, hasta alcanzar la zona peatonal, a ambos lados del río Ljubljanica. Cruzamos el Puente de los Zapateros; vemos la Plaza de los Pescadores, la casa más antigua de la ciudad (500 años) y la plaza del Ayuntamiento, y visitamos la Catedral de San Nicolás (con la puerta con los símbolos de la ciudad y la puerta que conmemora  la visita de Juan Pablo II para celebrar los 1250 años del catolicismo en Eslovenia). El casco viejo es barroco, debido a que los restos medievales fueron destruidos por fuegos y terremotos. A través del Puente Triple llegamos a la Plaza Preseren, con la estatua de este dramaturgo esloveno frente a la Iglesia franciscana de la Anunciación y mirando al busto de su amada Julia en un edificio próximo. En el tiempo libre la mayoría aprovechamos para subir en funicular al Castillo y disfrutar de las vistas de la ciudad desde la Torre Belvedere, y luego callejeamos por las plazas y el Mercado hasta el puente del Dragón, símbolo de la ciudad.

A mediodía salimos hacia Bled entre montañas y bosques de enormes pinos y abetos, para encontrar un lugar como de cuento de hadas. Pese a ser un destino turístico muy popular, nosotros lo disfrutamos sin ningún agobio. Lo primero que asoma entre los árboles es el campanario blanco de la iglesia de San Martín, el castillo medieval en lo alto, un lago de aguas verdes, una pequeña isla a lo lejos… Un paisaje de auténtica postal. Comemos en el pueblecito que se esconde a orillas del lago y nos acercamos paseando hasta un embarcadero, donde nos repartimos en tres barcas de madera. Cruzamos el lago entre risas y comentarios, comparando remeros y estilos, hasta la única isla de Eslovenia, donde tenemos 20’ para subir a la iglesia barroca que está en lo alto y admirar el paisaje. De vuelta en tierra, subimos en autobús hasta el castillo-museo de Bled, el más antiguo del país (S.XI), con preciosas vistas de los alrededores, pudiendo adivinarse a lo lejos el Triglav o Tres Cabezas, el pico esloveno más alto.

De regreso a Ljubljana, tras la cena unos se retiran a descansar y otros se animan a dar una vuelta por la ciudad, donde se nota que es viernes, hay más ambiente, conciertos al aire libre y mucha gente en las terrazas. Nos despedimos así de una ciudad con mucho encanto y un país de espectaculares bellezas naturales y que merece una visita más prolongada.

Sábado 6 de septiembre

Primer madrugón del viaje, con diana a las 6 para desayunar y salir a las 7.30. Todos muy puntuales (será así cada día), y pese al sueño, con mejores caras gracias a que anoche se recuperaron al fin las maletas perdidas. Tenemos 5h de viaje por autopista hasta la frontera croata y luego por carreteras comarcales hasta Plitvice. Ya vamos aprendiendo a calcular los trayectos en horas y no en kilómetros, pues lo que en el mapa parecen distancias cortas se convierten en horas de autobús por las carreteras, el tráfico y los límites de velocidad. La mayoría aprovecha para dormir y recuperar fuerzas, mientras otros no despegamos la mirada de las ventanillas, pues si algo bueno tienen estos trayectos en autobús es que permiten observar largamente no sólo el paisaje sino también algo del día a día del país (casas, poblaciones, medios de vida y transporte…), que no siempre se conoce cuando se visitan los destinos turísticos más populares. Personalmente, en este circuito creo que gracias al autobús he podido comparar y apreciar realmente los contrastes entre los distintos países y regiones que visitamos, reconociendo sus similitudes pero también sus grandes diferencias. Hoy por ej pasamos del paisaje boscoso de la Baja Caronia a la Panonia, llana y dedicada al cultivo de cereales. Llaman la atención las estructuras de madera a modo de tendal en las que secan la hierba, en algunas cosas como el maíz y los manzanos recuerda a Asturias…. Hay muchos peajes, en uno de ellos Milan se despista y casi se traga un peaje cerrado y al avisarle se mete por uno de coches... Nos da el sol de frente y Paquita y Milan comentan los límites de velocidad (80), como los respetemos todos ¡no llegamos! Se empieza dormir el personal… A las 9, tras pasar la frontera sin tener que enseñar el pasaporte, hacemos la primera parada técnica.

Paquita nos habla un poco de Croacia, a orillas del Adriático (con 1185 islas, sólo 47 habitadas), con 57000 km2 y 4.5 mill de hab, y después nos resume la historia más reciente de los Balcanes, muy importante a la hora de entender muchas de las cosas que veremos y oiremos en este viaje.

Segunda parada de 30’ para aseos (con las habituales colas) y reponer fuerzas. Comenzamos a ver algunas casas con impactos en la fachada, aunque la mayoría se ve que han sido reconstruidas y están a la espera de una última mano de pintura… De repente oímos un pitido intermitente, Milan consulta por teléfono, para, se baja, abre y cierra puertas, desaparece el ruido. Falsa alarma de olor a quemado. Hace calor y empiezan las quejas por el aire acondicionado. La carretera empieza a subir, sigue siendo un paisaje boscoso muy verde y muy cuidado, pasamos un pueblo precioso sobre el río y por fin entramos al parque. Vislumbramos los lagos al fondo, pero todavía tenemos que seguir unos km de largo para comer en Korenica, en un restaurante con un cercado con osos dormitando al sol. Comenzamos a utilizar las kunas, moneda croata que significa marta (animal que se usaba como moneda de intercambio en el medievo).

El Parque Nacional de los Lagos de Plitvice, protegido por la UNESCO desde 1979, es un bosque impresionante de hayas y abetos con 16 lagos unidos por 92 cataratas, cascadas y saltos de agua que vierten al río Korana descendiendo en total 135 m. El acceso está muy controlado, hay que dejar el autobús a la entrada y coger un autobús con varias paradas. Todas las rutas están señalizadas y los senderos marcados, es imposible perderse. Nosotros hacemos una de algo más de 2h, caminando juntos hasta los lagos más grandes, que cruzamos en barco eléctrico, hasta una zona de descanso donde reponemos fuerzas y ya cada uno sigue a su ritmo hasta el final. Es un paisaje precioso, especialmente por el increíble color azul del agua (por la piedra caliza del fondo), y sorprende la cantidad de agua en todos los saltos y cascadas, pese a estar acabando el verano.

Tras la caminata, vuelta al autobús para atravesar los montes y prados de la región de Licka (famosa por sus quesos y licores), y tomar la autopista para hacer los últimos 66 km, siguiendo la línea montañosa de la costa. Nos pone Paquita klapa, música tradicional típica de Dalmacia. Tras cruzar un túnel de 6 km, la temperatura sube de golpe 6 grados y desaparece la vegetación, debido a la erosión del viento bura. Ya vemos la costa y el canal del Vellevit, una lengua de agua que parece un lago. Estamos cerca del Parque Nacional Plackenicka y el paisaje es rocoso y salpicado de arbustos, la temperatura sube a 31ºC y eso que está anocheciendo… Vemos a lo lejos el puente que originalmente comunicaba ambas partes del país y que fue destruido al comienzo de la guerra. Dejamos a la espalda las montañas y finalmente llegamos al Hotel Porto, bastante sencillo y en un polígono a las afueras de Zadar. Como siempre, casi inmediatamente bajamos a cenar. Una maleta se resiste a abrirse y en la cena se intercambian métodos de apertura más o menos legales de todo tipo de puertas. El madrugón pasa factura y hoy no hay salida nocturna, sino tertulia en el patio del hotel, muy agradable tras el calor del día.

Domingo 7 de septiembre

Diana a las 7.30h, desayuno sencillo y salida a las 9h. Tiene pinta de que va a seguir haciendo calor, y como se ha acabado el turismo de naturaleza, nos olvidamos del “calzado cómodo y chubasquero por si acaso” y pasamos al pantalón corto, los tirantes y las sandalias. Hoy veremos varias ciudades patrimonio de la UNESCO, comenzando por el casco histórico de Zadar, el único por reconstruir de la costa dálmata. Como dice Paquita, mejor empezar así y acabar en Dubrovnik que no al revés… Conocida por producir el licor marrasquino (de la guinda del mismo nombre), aparcamos en el puerto, donde están los barcos de la Jadrolinja que comunican con Ancora (Italia), junto a botes modestos y yates que nos parecieron impresionantes pero en las horas y días siguientes fueron rápidamente superados. La visita de la guía Ana comienza junto a las murallas del S.XII y la iglesia de Nuestra Señora de la Salud, y sigue en la catedral de Santa Anastasia, cuyo campanario domina el casco viejo, levantada sobre una basílica románica, con ventanas ciegas típicas de la Toscana y estatuas venecianas en la fachada; junto a ella el obispado con sus jardines florentinos y el seminario, y la iglesia barroca de San Elías, única ortodoxa de Zadar, regalo del obispo católico a los soldados griegos que reconstruyeron la ciudad tras el terremoto. Llegamos al foro romano más antiguo del Adriático, con un capitoli del S.I, 3 columnas (falta el altar de sacrificio a los 3 dioses paganos) y la columna de la vergüenza en la que se colgaba a los delincuentes. El foro original tenía 95x45m pero hay poco descubierto, las excavaciones están interrumpidas por la proximidad de unas viviendas. Más allá, la iglesia bizantina de San Donato (S.IX), una de las 3 de planta redonda que quedan en el mundo. Delante, la iglesia de Santa María y el convento en el que las monjas custodian el tesoro de la ciudad. Sorprende la blancura de las calles empedradas, tan lisas que hay que tener cuidado con los resbalones debido a la humedad. Pasamos delante de los Tribunales y llegamos a la Plaza de las 5 Cisternas (pozos barrocos del S.XVI). De las fuentes del lateral de la plaza sigue saliendo un agua riquísima. Vemos la Torre del Capitán y un trozo de muralla romano, mejor conservado que la muralla del S.XII. A través de una puerta veneciana del S.XIII, entramos al parque de la reina Elena, con plantas y árboles de Sudamérica y África. Para su construcción eliminó el puente y cambió el trazado de la muralla, ahora hay un proyecto para devolverlo a su estado original. De vuelta al centro está la iglesia de San Simón, con un santuario con los restos del santo en un sarcófago de plata custodiado por 2 ángeles de bronce, y una columna del S.XIII hecha con piedra del foro romano y un altar, en la zona siguen las excavaciones. En la plaza principal de Zadar vemos la renacentista Casa del Guardia, el Ayuntamiento, la Lonja (donde se hacían los juicios públicos), y oculta tras un bar, la iglesia más antigua (S.XI). En el tiempo libre subimos a la muralla, vemos el puente que une la ciudad vieja y la ciudad nueva (firme desde hace 60 años pero antes hecho de barriles de vino), y paseamos hasta los Órganos del Mar, “tocados” por el oleaje de fondo, en el lugar desde el que según Hitchcock se contempla el atardecer más bello del mundo.

Después de comer salimos en dirección a Sibenik. Paquita nos habla de Dalmacia, que significa tierra de pastores pero cuya principal actividad es ahora el turismo. Hay muchísimos anuncios de “sobe” (alojamiento), en casa particulares, pequeños hoteles y apartamentos. Parece ser que están prohibidas las grandes construcciones, las que vemos son hoteles de la época de Tito. Abundan las higueras y los pinos. Como vamos viendo, la costa no tiene playas, las rocas y los árboles llegan al borde mismo del mar y hay apenas un metro de piedra para tumbarse, el mar en calma total. Tienen 5.700 km de costa, muchas islas y muchos barquitos. Nos sorprenden las vallas al borde de la carretera con fotos de militares, pero hay que tener presente que nacionalistas serbios como Milosevic y Karazdic, o el croata Ante Gotovina, son considerados como criminales de guerra o héroes según el bando. A lo largo del viaje veremos más carteles recordándoles en escaparates y carreteras. Dejamos a la izquierda el lago Bransko y llegamos a Sibenik, en la desembocadura del rio Krka.

La guía Vivian nos enseña esta ciudad medieval fundada por el rey croata Peter, con fortalezas que permitieron la defensa primero de los turcos y luego de los serbios. La muralla medieval fue destruida por un terremoto, se conserva un trozo en la pared de la biblioteca con un altar a San Miguel. Vemos la iglesia serbia ortodoxa de San Sebastián con el campanario barroco en restauración, la iglesia de San Juan, con un reloj robado a los turcos y la iglesia románica de San Crisógino (S.XIII), junto a una campana rescatada del fondo del mar. Por último, junto al Ayuntamiento admiramos la Catedral de Santiago, de estilo gótico renacentista y patrimonio de la UNESCO por sus muchos elementos únicos y precursores en el arte sagrado. Destacan sus 16 ventanas, la cúpula, las estatuas de San Miguel, Marcos y Santiago, la Galería de las Cabezas y la puerta principal con tímpano trilobulado. Dentro se conserva la pierna de San Cristóbal, 2º patrono de la ciudad. En el tiempo libre visitamos en su interior el baptisterio renacentista de Jorge el Dálmata, pequeño pero precioso, y subimos a la fortaleza a disfrutar de las bonitas vistas del Canal de San Antonio.

De vuelta al autobús continuamos disfrutando del paisaje de viñedos, calas, barquitos y pequeños pueblos. Paramos en Trogir, cuyo casco antiguo ocupa un islote unido por un puente a tierra. Paquita nos da una vuelta rápida, pues los guías extranjeros no pueden ejercer aquí sin guía local, y como ya es tarde tenemos poco tiempo libre para tanta callejuela y rincón que ver, nos quedamos con ganas de dedicarle más tiempo.

Continuación a Split, a 28 km, bordeando la bahía de Castello en pleno atasco dominguero. Tras el reparto de habitaciones y la cena en el Hotel As (donde 2 personas tienen que cambiar de hotel por no haber camas dobles), se anima cada vez más gente a aprovechar las horas tras la cena, tomamos taxis y disfrutamos del paseo nocturno por el palacio de Diocleciano y las terrazas del paseo marítimo.

Lunes 8 de septiembre

Diana a las 7h, desayuno y salida a las 8.30h, para iniciar a las 9h la visita guiada de Split, capital y mayor ciudad de Dalmacia (400.000 hab). Nos guía Melanie Griffith, me dice Paquita por lo bajo. Vamos a visitar el famoso Palacio de Diocleciano, del S.III, con 30.000 m2 que incluyen una villa rústica romana, los aposentos imperiales, con la zona dedicada al culto (templos de Júpiter y Venus), el mausoleo del emperador y una fortificación militar defendida por 4 puertas y 16 torres, con 2 calles principales que se cruzan. El frente del palacio es un paseo con 42 ventanas con vistas a la isla de Brac, de donde se extrajo la piedra calcárea para construirlo. Diocleciano, último emperador de los dioses paganos, había nacido en la cercana Salona. Ciudad cosmopolita, al comenzar a difundirse el cristianismo Diocleciano lo prohíbe y decapita al primer obispo, que se convierte en el 1er mártir cristiano. Abdicó el 1º de mayo de 305 y se retiró aquí, por ser su lugar natal y por sus aguas sulfurosas. Miles de esclavos tardaron 10 años en construir el Palacio. Gracias al desnivel del terreno, bajo los aposentos imperiales existe una planta sótano, la primera que visitamos, con varios restos y en cuya zona oriental estaban los comedores (triclinium) y las termas. A través de lo que eran los dormitorios de los pretorianos salimos a la planta superior. El Mausoleo de Diocleciano, de ladrillo y piedra blanca, fue transformado en Catedral, la más pequeña y antigua del mundo con campanario, consagrada precisamente al obispo que había mandado matar. Tras un breve concierto a capella de klapa, llegamos al peristilo, adornado con 11 esfinges egipcias de granito negro y columnas de porfirio rojo corintias, el campanario y el templo de Júpiter. Salimos a ver la fachada septentrional con los 4 tetrarcas y frente a ella, una estatua del obispo Gregorio Desius (obra del escultor Mestrovich), que consiguió la primera biblia en el idioma croata. Parece ser que hay costumbre de tocarle el dedo gordo y pedir un deseo. De la fachada occidental no se conserva nada. Finaliza la visita en la plaza principal, de estilo veneciano, con la iglesia románica de San Antón, el palacio gótico del Ayuntamiento y unos palacios renacentistas unidos por una bífora, además de un edificio de estilo secesionista vienés, la torre con reloj renacentista y un campanario prerrománico. Como cada día, hasta la hora de comer hay tiempo libre suficiente para recorrer con más calma lo ya visto, tomar algo o hacer compras, según aficiones.

Almuerzo y salida a las 14 h hacia Sarajevo, nos espera un viaje muy largo hacia el interior. Vemos los alrededores de Split, que no vimos ayer por ser ya de noche: las montañas, el acueducto a Salona, la bahía… Paquita cubre una y otra vez el libro verde para presentar en las fronteras. Parece que vamos por carreteras asturianas, vuelve el monte y la vegetación, pasamos obras, la carretera está recién asfaltada. Llegamos a la frontera bosnia a las 16h y hacemos parada técnica. Hay que decir que todos los aseos de bares y gasolineras están en muy buen estado. Hay muchas tiendas, cosa curiosa sobre todo de pantalones.

Paquita nos habla de Bosnia, 4 mill de hab y 510.00m2. El río Drina forma la frontera con Serbia, ya era la división del imperio romano de Oriente y Occidente. Historia paralela a la de Croacia, con los ilirios y romanos, hasta la ocupación por el imperio otomano, origen de la influencia turca en todo el país, en contraste con la herencia veneciana en el Adriático. Parece ser que somos de los primeros grupos de españoles en visitar este año Sarajevo, que empieza ahora a promocionarse turísticamente.

A las 17.30h pasamos por Mostar, vemos la Plaza de los Españoles y la parte de la ciudad que no se ve habitualmente, con casas destruidas o con impactos. Nos para la policía por saltarnos un semáforo. Vamos hacia la Bosnia suiza, hay señales de nieve en la carretera, que desde aquí hasta Sarajevo sigue el curso del río Neretva a través de un paisaje alpino donde ya asoman colores otoñales. Están asfaltando. Hacemos otra parada en un restaurante que parece abandonado, luego veremos muchos más a lo largo del camino, recordamos que es la carretera que une las dos principales ciudades del país y es ¡comarcal! Los únicos kilómetros de autopista del país están a la entrada de Sarajevo, no hay dinero y la orografía es compleja. Se ve mucha policía parando coches. Cruzamos Jablanica y Konjic, y al fin llegamos a Sarajevo. Nos viene a buscar un coche para guiarnos hasta el Hotel Exclusive, una vez más en las afueras. Y en uno de los viajes para subir maletas, la entrada a calzador de Viso, maleta en mano y mochila en ristre, en el ascensor repleto provoca una caída del mismo y un buen susto a los ocupantes. Cena seguida de tertulia, se suceden los intentos frustrados de conseguir un cubalibre en condiciones, hoy uno llega en copa de vino, el colmo…

Martes 9 de septiembre

Diana a las 7.30h, desayuno y salida a las 9h. Ahmed viene a buscarnos al hotel para una visita guiada de 2h del centro de Sarajevo, dando un rodeo para evitar los atascos. El país se declaró independiente en 1992 y estuvo en guerra hasta los acuerdos de Dayton del 95, siendo Bosnia (concretamente Sarajevo) y Kosovo los lugares más dañados. Actualmente es la Federación Bosnia-Herzegovina e integra la República Independiente Serbia (internamente funcionan como 2 países); el gobierno está formado por un bosnio, un croata y un serbio. La mayoría son musulmanes, seguidos de ortodoxos y una minoría (15%) católica, siendo croatas los musulmanes y católicos, y serbios los ortodoxos. La moneda es el marco convertible, aunque podremos usar euros. La economía aún no se ha recuperado, hay un 40% de paro y los sueldos son muy bajos, pero los precios son como en la UE o más altos, y veremos las terrazas llenas de gente...

Sarajevo, que significa “palacio en el campo”, está en una colina rodeada de montañas, sin sitio para crecer (ubicación que facilitó el asedio serbio). Entrando a la ciudad pasamos junto a un cementerio y Ahmed nos comenta que son frecuentes los parques convertidos en cementerios, porque durante la guerra no se podía salir y se utilizaba cualquier espacio para enterrar a los caídos. Desde el autobús vemos lo que fueron las instalaciones olímpicas, el ayuntamiento, los tranvías, el puente Eiffel, el río Miljacka (con poco agua y sucio), la Academia de Bellas Artes, la Facultad de Derecho, Correos, el Teatro Nacional, la única sinagoga de la ciudad, la mezquita del emperador… Nos aclara que todos los edificios que veamos aparentemente intactos es que están reconstruidos. La visita comienza frente a la antigua Biblioteca Nacional, de estilo austrohúngaro con fuerte influjo árabe, tan expuesta al bombardeo serbio que sólo se salvó el 20% de una colección de más de 2 millones de ejemplares. Caminamos por el casco antiguo hasta la plaza que constituye el centro del barrio turco. Durante los 410 años de imperio otomano se construyó la mayor parte de la ciudad, arrasada por un incendio en 1697. En la Plaza del Emperador está uno de los 2 bazares que quedan, edificio con 6 cúpulas que ahora es un museo, el otro, más grande y que vemos luego durante el paseo, sigue en uso. En esta zona predomina el comercio, las tiendas de artesanía y los restaurantes. No se conservan baños turcos y sólo podemos ver un han (hotel turco), el Morica Han, con un patio empedrado. Muy cerca, nos acercamos a la mezquita Gazi Husrev, en honor del gobernador turco más recordado. La mayor de la ciudad, con una cúpula de 26 m y un minarete de 40 m, suele ser la única que puede visitarse pero no durante el Ramadán (señalado por una bandera verde). Como casi todos los edificios en este viaje, el aspecto no es el original, sino el fruto de restauraciones sucesivas a lo largo de los siglos. Destaca la fuente con techo artesonado de madera, para lavarse antes de la oración. En un lateral está el mausoleo del gobernador; enfrente la madraza, la original y la actual, donde se imparten las enseñanzas islámicas; y al otro lado una torre (S.XVI) con un reloj con números árabes que marca el tiempo a la turca (el mediodía indica la caída del sol). Salimos del  barrio turco hacia el río, para ver el punto donde el 28 de junio de 1914 tuvo lugar el asesinato que desencadenó la 1ª Guerra Mundial. Durante muchos años el puente se llamó como el muchacho que atentó contra el heredero austrohúngaro, considerado héroe nacional. Seguimos la visita por la zona austrohúngara, entrando a la catedral católica jesuita de 1889, neorrománica y neogótica, destacan sus vidrieras. El barrio católico está al otro lado del río. Por último, visitamos una iglesia ortodoxa griega (serbia), de estilo bizantino y barroco (época otomana). Tras el tiempo libre, comida típica turca, acogida con división de opiniones.

A las 15.30h nos despedimos de Sarajevo impresionados por los muchísimos edificios con impactos y desperfectos en las fachadas, las colinas verdes repletas de casas desde las que se produjo el asedio, la tristemente famosa torre de la TV… Desandamos el camino de ayer, con parada a las 17.15h, sin apartar la vista del Neretva, las casas a medio terminar, la gente vendiendo bebida y productos típicos al borde de la carretera… A 50 km de Mostar se estrecha el río, hay un pantano y se abre el paisaje donde termina el cañón cerrado del Neretva. Llegada al Hotel Bevanda, con espectacular recibimiento por varios mozos uniformados con pinganillo a los que como siempre no dejamos llevarnos las maletas, para ganar tiempo antes de bajar a cenar. Estupenda cena en el jardín entre fuentes, velas y jaulas de pájaros, tras la cual unos pocos nos acercamos (esta vez a pie y sin necesidad de taxi) hasta el centro para ver el casco histórico, sobre todo el puente, iluminado y en silencio. Una vez más, pese al cansancio del día valió la pena el paseo, de noche siempre se tiene una visión diferente de los sitios.

Miércoles 10 de septiembre

Diana a las 7.30h, desayuno, salida a las 9h. Visita guiada de Mostar, cuyo principal y casi único punto de interés es el famoso Puente Viejo, pero que la guía Ana convierte en una lección de historia muy interesante, comenzando por la raíz de todo, bajo el dominio otomano, cuando los turcos rebajaban los impuestos a los conversos (de un 30 a un 2,5%), por eso muchos católicos se convirtieron (especialmente hombres) y muchas basílicas se convirtieron en mezquitas, pero la islamización fue en cierto modo adaptada debido a este origen cristiano de los fieles (beben alcohol, pocas mujeres tapadas, oración de la noche en árabe pero diurnas en bosnio, y rezan cuando pueden, no mientras trabajan, 5 veces al día sólo los domingos,  no es habitual el ayuno y no van a la meca, ya que para ir hay que haber ganado el dinero con trabajo honrado…). Tiempo después se repitió la historia, al hacerse comunistas muchos musulmanes, la única condición era renunciar a la religión y conseguías piso, dinero, etc. Comenta con pena que en Bosnia se abandonó todo por los turcos y luego por el comunismo, no hacía falta pensar. Entre ambos, sin embargo, durante los 40 años del imperio austrohúngaro se consiguió el ferrocarril, idioma propio, quitar el velo a las musulmanas…

En primer lugar visitamos la mezquita (podemos entrar pese al Ramadán), y una casa turca del S.XVI, donde nos hacemos una idea de la vida en esa época. Parece ser que como los turcos tenían el llamado derecho de primera noche (como los señores feudales el derecho de pernada), para evitar perder al niño en caso de quedarse embarazadas, los curas aconsejaban a las chicas casarse ya embarazadas. En vez de casarse con muchas mujeres, tenían concubinas, a menudo hijas cedidas por quienes no podían pagar los impuestos, que tras 5 años de servicio quedaban libres con una dote para comprarse un marido. Finalmente, a través de las calles empedradas, llegamos al puente sobre el Neretva, construido por Solimán (S.XVI), por cuyo paso se pagaba peaje (Mostar significa “guardia del puente”). Primero fue de madera y luego de piedra. Único en el mundo por su tamaño (el arco cañón tiene 21 m de diámetro), aguantó en pie 4 siglos, y recibió el nombre de Puente Viejo cuando los austrohúngaros construyeron el nuevo en el S.XX. Fue el primer monumento de Bosnia declarado patrimonio mundial por la UNESCO y su destrucción en la guerra tuvo un gran impacto, siendo reconstruido con bastante rapidez precisamente por su carácter simbólico, y respetando los métodos y materiales originales. Desde él se lanzan los jóvenes de Mostar al Neretva para ganar un dinero. Ana señala que en Mostar la guerra supuso una auténtica guerra civil, puesto que primero se enfrentaron croatas y musulmanes contra serbios, y luego aquellos entre sí. Ahora hay 2 alcaldes (croata y bosnio) y 1 administrador, y vuelven a vivir mezclados, no hay barrios separados, pero como despedida, nos comenta lo difícil que resulta ser patriota en un país recién nacido de futuro incierto, que no se sabe si durará o alguien más se separará…

Como siempre, tiempo libre de sobra para callejear el barrio de artesanos hasta la comida, y a las 14.15h salimos hacia Croacia. Seguimos de nuevo el curso del Neretva, ahora hacia su desembocadura. Es zona de cultivo de vid, aunque va aumentando la variedad de cultivos y el número de invernaderos. La mayoría de la población en esta parte es croata musulmán, como prueban las abundantes banderas croatas y los minaretes. A las 15.15h  y 92 km de Dubrovnik cruzamos la frontera, que tiene pinta de provisional. Poco después empezamos a subir los Alpes Dináricos, con una vista espectacular del Delta de Nerevta a nuestros pies, todo el terreno que abarca la vista está cultivado, increíble que haya agua suficiente para esta producción, y eso que es septiembre y hay 36ºC. Vamos por la que era principal vía de comunicación con Sarajevo y Hungría en la época de Tito (río y ferrocarril. De repente doblamos una curva y aparecen el mar y la Península del Pellesatz (famosa por el vino). En breve volveremos a Bosnia, al atravesar los 10 km que tiene de salida al mar (cedidos por la República de Dubrovnik al imperio otomano para que no los invadieran). Vemos en una valla la foto del puente que está en proyecto para unir esta parte con la península y no tener que cruzar la frontera con Bosnia. Vuelven las bonitas vistas del Adriático, no nos cansamos de sacar fotos a las calas ni a los barquitos, claro que dos de cada tres habrá que borrarlas porque siempre se cruzan inoportunos árboles o reflejos en el cristal... Tras la frontera, que parece un peaje, pasamos la única ciudad bosnia en la costa, y paramos en el área de servicio próxima, con colas en la tienda para comprar chocolate y tabaco. Seguimos viaje, vemos a lo lejos la ciudad amurallada de Ston y Korcula, la isla natal de Marco Polo; pasamos de nuevo la frontera y vemos el último archipiélago de Croacia, con 14 islas. En esta zona hay cultivos de ostras y muchos cipreses (se decía que cada hombre tenía que plantar 100 árboles en su vida y cortarlos a los 50 años, era la fuente de ingresos). Tras Slano, llegamos a mar abierto, pasamos Trstano y el mayor platanero de Croacia, y al fondo vemos ya Dubrovnik. Entramos a la ciudad por el puerto nuevo, a través del puente Franjio Tudman, y en la zona de Lapad nos alojamos en el Grand Hotel. A algunos nos falta tiempo para cambiarnos rápidamente y darnos el tan esperado chapuzón en el Adriático, el agua está aún a una temperatura estupenda pese a estar ya poniéndose el sol y la única “pega” es que al ser la playa de guijarros hay que hacer equilibrios para salir del agua con dignidad. Cena buffet y salida nocturna por la parte vieja, hay muchos autobuses y se anima mucha gente, se nota que estamos en la ciudad más visitada de Croacia, hay muchísimo ambiente y por primera vez coincidimos con numerosos turistas españoles.

Jueves 11 de septiembre

Diana a las 7.30h, desayuno, despedida de Lola que tiene un examen mañana (que aprobaría), y a las 9.30h visita guiada de Dubrovnik, que significa “isla del bosque de robles”, aunque ya en el sigo XI se rellenó el canal para unir la isla con el continente. La llamada Perla del Adriático fue en su mejor momento una ciudad estado, la República de Ragusa, libre durante 600 años (hasta que fue ocupada por Napoleón), y muy bien conservada gracias a que eran ricos y muy diplomáticos, no libraban guerras. En 1991 la ciudad sufrió el asedio de Milosevic durante 3 meses sin luz ni agua durante los cuales fue destruida por los bombardeos, aunque la veremos ya totalmente reconstruida.

Entramos al casco viejo por Pile, por la Puerta de San Blas (patrón de la ciudad). En la Fuente de Onofre nos espera el simpático guía Paul, que comienza la visita por el monasterio franciscano, con la farmacia más antigua de Europa (1317) y un claustro con 60 columnas dobles con capiteles dobles. En la farmacia se conservan morteros, balanzas, un alambique, un autoclave…  En 1900 pasaron a la nueva farmacia, que por tiempo de funcionamiento ininterrumpido es la más antigua del mundo. Vemos pasar la guardia, y entramos a la iglesia barroca colindante, con columnas de mármol de Carrara en el altar. Caminamos por el Stradun, la calle principal y la única ancha del casco viejo, con el campanario al fondo, donde se adivinan las 2 figuras que tocan las horas en la campana (Marino y Bartolo, uno joven y otro viejo). Por una calle lateral nos acercamos a la Iglesia de San Francisco, el Ayuntamiento y el Palacio o Dogana (aduana). Destaca la Iglesia de San Blas con la mitra de obispo, al fin sin andamios desde la semana pasada después de años de reconstrucción. La Catedral es de estilo barroco debido al terremoto de 1667 que destruyó la antigua (construida por el rey Ricardo Corazón de León en agradecimiento por haberse salvado aquí de un naufragio). Dentro visitamos el Tesoro, con objetos con pan de oro y muchas reliquias (incluso de San Blas), y un políptico de Tiziano en el altar. En total, dentro del casco viejo hay un monasterio franciscano, una iglesia ortodoxa, una mezquita y 37 iglesias católicas. La visita finaliza en el Palacio del Rector (jefe del gobierno de la república de Dubrovnik, como los duques en Venecia, que era reelegido cada mes para evitar tiranías).

En el tiempo libre, caminata por la muralla de la ciudad, una de las 7 completas que quedan en el mundo, con 2 km de largo y hasta 8 m de ancho en algunos puntos. Las vistas son preciosas, especialmente del lado del mar, pero con este sol se hace agotador. A las 13.15h comida y tarde libre, algunos vuelven con Paquita en el autobús a descansar al hotel, otros seguimos de paseo, turismo y compras. A la vuelta al hotel, chapuzón en mar o piscina, según preferencias, cena y a dormir, que mañana toca madrugón.

Viernes 12 de septiembre

Diana a las 6.30h, no nos quejamos que sólo hemos madrugado tanto 2 días, mientras desayunamos empieza a chispear, así que corremos a cambiarnos de calzado y coger el chubasquero, y al subir al bus ya no llueve, pasaremos calor... Salida a las 8h hacia Montenegro, no tanto por la distancia como por lo imprevisible de la frontera, a 40 km, dice Paquita que lo mismo no paramos que estamos horas, además los límites están entre 40 y 50 km/h y suele haber mucho tráfico. Hoy vamos al fiordo más septentrional de Europa, donde veremos Kotor, a 90 km, y Budva, dicen que un Dubrovnik en miniatura pero creo que eso sería más aplicable a Trogir.

Dejamos atrás la bahía de Dubrovnik y siguiendo la costa, pasamos el aeropuerto de Cilipi, 2 hoteles Iberostar y la que era última parada del ferrocarril yugoslavo, y entramos en el Valle del Konavle, famoso por sus bordados y viñedos antes de que fueran destruidos por la enfermedad de la filosera. Encontramos por primera vez en el viaje un tramo de carretera con baches, ya viajando por el interior, a través de un valle donde sólo hay cipreses, ni un pueblo. A las 8.50h llegamos a la frontera, con mejor aspecto que las bosnias. 24ºC ya. Pasamos Herceg Novi, una de las ciudades más grandes del país, en una zona famosa por la talasoterapia, y entramos ya al fiordo, rodeado de montes muy altos y pelados. Vemos 2 islas muy pequeñas, en una hay una iglesia de cúpula azul que alberga una campana recuperada del fondo tras un naufragio y que pese a llevarla a su destino inicial, una y otra vez volvían a encontrarla en el fondo del mar, así que al final le hicieron la iglesia sobre una isla artificial.

Mientras bordeamos el fiordo, donde se crían mejillones, doradas… Paquita nos pone al día de este país tan desconocido para todos, que sin embargo parece ser es de los más animados del Adriático y muy frecuentado por ricos y famosos. Montenegro tiene 13.800 km2, 600.000 ha y 160 km de costa con playas anchas y largas. La capital es Podgorica (antes Titogrado). El nombre se lo dieron los venecianos por la vegetación tan verde y espesa que se veía casi negra desde el mar. Principado con varias dinastías e historia similar a la de los países vecinos (ilirios, reyes, república de Venecia, imperio austrohúngaro, adhesión por Napoleón, imperio austriaco, guerras mundiales y república socialista yugoslava). La guerra de los Balcanes no llegó nunca hasta aquí, y tras ella constituyó junto a Serbia la República Federal Yugoslava (población serbia y ortodoxa), hasta que en 2006 se independizaron quedándose con la costa y el turismo, los serbios siguen viniendo aquí a la playa. Viven del turismo, el comercio y la construcción, se nota por la cantidad de obras y anuncios inmobiliarios que vemos.

Llegamos a la ciudad-fortaleza de Kotor, uno de los dos puertos del país. Su bahía, con 35 m de fondo y 29 km, dicen es una de las 30 más bellas del mundo, y conserva huellas de todas las civilizaciones. El casco viejo, protegido por la UNESCO desde 1978, tiene 3 entradas, una del S.XIII y dos del S.XVI. Mencionada ya en el S.III ac como colonia griega, sufrió 4 terremotos, el último en el 79, además de incendios y epidemias varias, de ahí la variedad de estilos en las construcciones, originalmente fruto de la numerosa colonia de artesanos y artistas de Kotor en la edad media. La visita guiada por Darlja comienza en la Plaza de las Armas, donde vemos el antiguo Ayuntamiento, el primer teatro de la costa montenegrina, la torre del reloj y el obelisco o pilar de vergüenza, réplica del destruido en 1945. Kotor tenía una importante tradición marítima, con almirantes en todas las tropas europeas y muchas familias nobles de marineros, vemos sus palacios del S.XIV (el de los Bizanti, con portal gótico, participantes en  la batalla de Lepanto; los Beskuca o sin casas, nuevos ricos que compraron su nobleza y llegaron a tener 70 casas, pero no las 100 pretendidas; los Pima, poetas y abogados, en la plaza de la harina; los Buncha, jueces y embajadores…). Vemos el Ayuntamiento y la Catedral gótica (1166) de San Triffod (mártir y protector de la ciudad y los marineros), de las más antiguas del mundo, construida sobre una iglesia del S.IX., de estilo románico con elementos bizantinos, un rosetón barroco y 2 campanarios de diferente altura por las reconstrucciones tras los terremotos (33 y 35 m.). Desde aquí se ven las murallas de la ciudad, que suben hasta el monte de San Juan, donde hay una iglesia y fortaleza. Son parte de las fortificaciones antiguas hechas por la república de Venecia contra los turcos, siendo la ciudad más protegida tras Dubrovnik. Sin embargo en Kotor sólo defendían la montaña porque por mar tenían una flota tan potente que no necesitaban otra defensa. No se suelen visitar, hay 1.700 escalones, mucha maleza y serpientes, y aparenta requerir bastante esfuerzo. La visita sigue hasta la Carampana (pozo del S.XVII-XVIII, donde hasta la construcción del acueducto se lavaba la ropa, cotilleaba y comentaban las noticias) y la Plaza de Sluka, con 2 iglesias ortodoxas. Una, la iglesia de Luka (S.XII), tiene 2 altares, y  la de Nikolas (1902), en la que ondea una bandera no oficial reivindicando la iglesia ortodoxa serbia, está hecha sobre un monasterio dominico. Por último nos acercamos a la iglesia católica de Santa Ana, sobre un monasterio franciscano del S.XIV.

Un rato más de autobús y entramos en el municipio de Budva, donde vemos las primeras playas grandes, entre anuncios de pisos y villas. Comida y paseo junto al mar hasta el casco viejo de Budva, con tiempo libre para callejear. Por las tiendas, yates y gente que nos cruzamos se nota que aquí el turismo es de otro nivel. Salida a las 16.20h, a las 17h ya llegamos al embarcadero de Perast, vamos a cruzar en ferry para ahorrarnos volver a rodear todo el fiordo, tardamos sólo 15 min (comenta Paquita que la última vez que vino en agosto tardaron 1h20’). De vuelta en Dubrovnik, muchos nos animamos a cenar en la ciudad como despedida del viaje.

Sábado 13 de septiembre

Con pena, llega el último día. Hoy no suenan los despertadores, no salimos hasta las 11h, así que después de desayunar nos da tiempo a despedirnos del Adriático con un último chapuzón y a sacar las últimas fotos por los alrededores del hotel. A la vuelta descubrimos que ya nos han bloqueado las llaves de las habitaciones, parece que tienen prisa por echarnos. Tan puntuales como siempre, cargamos maletas por enésima y última vez, y nos vamos, tras algún contratiempo en recepción, pues querían cobrar el uso del minibar a quienes sólo lo habían utilizado para conservar las cajas de bombones de regalo. De camino al aeropuerto hacemos una breve parada en el arcén para sacar unas fotos en condiciones de la bahía de Dubrovnik, sin cristales de autobús ni inoportunos árboles por el medio. Los trámites de facturación se retrasan debido a un  problema con el programa informático, nos dicen, que no permite emitir las tarjetas de embarque para los 2 vuelos. Tras repetidos intentos de solucionar el asunto, pensando sobre todo en el escaso margen de tiempo en Barajas para realizar el embarque, facturamos hasta Oviedo pero nos quedamos sin tarjetas. Últimas compras en las 2 tiendas del aeropuerto, que nos sorprende por su pequeño tamaño, para gastar las últimas monedas en bombones, licores y quesos. Nadie recordó que Croacia no pertenece a la UE y que al aterrizar tendríamos que pasar de nuevo los controles. Gracias a una trabajadora de Barajas que resultó ser de Gijón pudieron pasar todos los regalos alimenticios sin percances. Salida puntual del vuelo IB3861, a las 14.05h, durante el cual y gracias a las gestiones de Viso, ya nos informan de que nos están esperando las tarjetas de embarque en la T4, y como además la puerta de embarque está bastante cercana, nos da tiempo a un tentempié rápido antes de tomar el vuelo IB480 de las 18h Sin embargo las maletas tienen menos suerte que nosotros y casi todas se quedan en el camino. Después de los trámites habituales para reclamarlas, salimos hacia Oviedo, con parada en Avilés, despidiéndonos finalmente.

Conclusión final

Siento la extensión pero cuando el viaje dura tantos días y cada día se hace la maleta, es inevitable… Éste ha sido mi primer circuito y ha sido una experiencia estupenda. A mis compañeros de viaje les sorprenderá que no haya hecho apenas mención al tremendo calor que sufrimos, especialmente en el autobús; las muchas horas de autobús pese a lo corto de las distancias; lo lejos que estaban todos los hoteles del centro, dificultando las salidas nocturnas; o entre otras quejas habituales, la repetitividad de los menús. Sin embargo, entiendo que en su mayoría son “inconvenientes” propios de este tipo de viajes, y lo que me queda para el recuerdo son 11 días muy intensos, muy aprovechados y muy variados: vimos costa e interior; países ricos y pobres; monumentos artísticos y naturales; ciudades reconstruidas y pueblos aún destrozados… Y aunque muchos habrían cambiado tanto trajín (especialmente el largo viaje a Sarajevo) por más tiempo en la costa dálmata, para mí todas las visitas han valido la pena, unas por la belleza del lugar y otras por la lección de historia que han supuesto, antigua en algunos casos pero tristemente reciente en muchos otros. Y como ya mencioné antes, muy interesante e ilustrativo poder comparar países tan próximos y tanto tiempo unidos, y su diferente estado actual, la mezcla de culturas y tradiciones, eslovenos, croatas, serbios, bosnios y montenegrinos; católicos, ortodoxos y musulmanes; huellas del imperio romano, la república de Venecia y el imperio otomano, el austrohúngaro, dos guerras mundiales, el socialismo de Tito y la guerra de los Balcanes… Y sobre todo, recordaré el verde de los pinos, abetos y cipreses, el más increíble verde del Adriático, y el blanco de la piedra caliza. Y con suerte, algún día repetiremos viaje pero en coche y cada cual a su ritmo. O mejor aún, en barco.