Marta Gay Méndez-Trelles Esposa de nuestra compañero José Manuel G. Estrada, del Departamento de Sector Inmobiliario |
Comienza el viaje según el horario previsto, con los primeros viajeros recogidos en Oviedo (con participación indirecta en el rodaje de “Cenizas del Cielo”, haciendo silencio para grabar unas tomas) para continuar a Gijón, Avilés y al aeropuerto. Nada más llegar vemos que además del movimiento habitual de un día de verano, una compañía de soldados está a punto de partir a Líbano… contrastes que te producen una mínima reflexión.
A las 15.15 ya estamos en la T4, dispuestos a enlazar con el vuelo IB3186 con destino Dublín, ciudad a la que llegamos a las 19.30 y que nos hace retrasar nuestros relojes, pues allí es una hora menos. Recogida de maletas sin novedad (asunto éste muy importante para la buena marcha del viaje) y nos dirigimos al hotel en 2 autobuses (con volante a la derecha, claro). Conocemos a nuestro guía, Samuel, que nos da las primeras informaciones acerca del horario de comidas y cenas, que se realizan antes que en España (por si todavía quedaba alguien que no lo supiera), y ya en el Clarion Hotel Dublin Liffey Valley nos convoca en recepción a las 20.30 para cenar.
Amanece un día precioso, después de quince seguidos con lluvia… Despertador a las 7.30, desayuno a las 8.15 y salida a las 9. Visita panorámica de la ciudad, hoy ya con el que será nuestro autobús a lo largo de estos días y Ángel, su conductor. Conocemos un poco del mayor parque de la capital, el Phoenix Park, y dentro… ¡las residencias del embajador de EEUU y el presidente de la República! No deja de ser curioso. Hay poca gente, es muy temprano, y la que pasa va en bicicleta, camina, pasea al perro…
Visita a la Catedral de San Patricio con Marina, nuestra guía local. Dedicada al apóstol de la isla, su historia está muy ligada a la vida del que fuera su deán Jonathan Swift (autor de Los viajes de Gulliver entre otros). Dentro llaman la atención las sillas individuales de madera de las que cuelga una almohadilla pequeña para arrodillarse. Parecen estar hechas a mano con dibujos y símbolos variados, todas muy trabajadas y todas diferentes. Dentro se venden toda clase de artículos para “guiris”.
A las 11.15 nueva parada del autobús, esta vez para ver el Parlamento (por fuera) y hacernos una foto en la puerta pintada de verde y con otros adornos de una casa georgiana. Dejamos a la izquierda un parque con una estatua de Oscar Wilde. Vemos la casa del alcalde y finalizamos la mañana visitando el Trinity College, la Universidad más antigua del país, fundada por la reina Isabel I. Aparte de lo que significa culturalmente, el conjunto es muy agradable. Destacar su preciosa biblioteca, en la que se conserva el Libro de Kells, un manuscrito del siglo VIII de los Cuatro Evangelios.
Una vez terminada la comida nos dejan cuatro horas libres en el centro (Nassau Street) para disfrutar de la ciudad sin prisas, haciendo fotos, pasando frío (un par de veces salió un tímido sol), tomando cerveza o té en alguno de sus numerosos cafés o pubs.
Durante el trayecto de vuelta al hotel, Samuel va contando historias y anécdotas de los irlandeses; también nos habla de la cerveza: cómo pedirla, los rituales, etc. y nos comenta que aquí hay sidra, Bulmers. De paso nos va recordando lo “dura” que es la vida del turista, todo para terminar diciéndonos que al día siguiente el despertador sonaría a las seis y media. ¡SOCORRO!
Empezamos el día felicitándonos porque somos un grupo puntualísimo, pero sobre todo felicitamos a las tres Cármenes que vienen en este viaje (aplausos incluidos). Llovió toda la noche, aunque ahora no, pero el cielo está gris y el suelo mojado. Nos saluda “Samu” y nos cuenta por dónde vamos a ir, señalando que no es lo mismo Ulster e Irlanda del Norte. Esta última comprende 7 condados históricos, mientras que el Ulster es una de las 4 provincias de la República de Irlanda, que a su vez comprenden 26 condados. De ser un país de emigrantes ha pasado a recibirlos, ahora por ejemplo muchos polacos. En este momento es un puente de Estados Unidos hacia Europa y viceversa.
A las 11.35 hubo que hacer una parada técnica por causas de fuerza mayor y lo que iban a ser 20 minutos se transformaron en 40 (sólo había un aseo). Los paisanos, como siempre… ¡al prao! Hay documento gráfico al respecto.
La principal visita del día es la famosa “calzada del gigante”, impresionante monumento natural fruto de la solidificación de lavas hace 70 millones de años, según unos, o calzada construida por el gigante Finn Mac-Cool para cruzar a Escocia, según otros. Los bloques de basalto forman en tierra el Órgano del Gigante y ya adentrándose en el mar la propia calzada.
La comida se prolongó y salimos con un cuarto de hora de retraso. Aquí nos comunican que hay un cambio de planes, es inviable la visita a los acantilados de Donegal y seguimos ruta hacia Derry. Hay muchas banderas, pues el día 12 los orangistas celebraron su victoria sobre los católicos en la batalla de Boyne.
Llegamos a Derry a las 17.15. Nos dan una hora libre. Visitamos un trocito de la muralla, hacemos un par de fotos, hay mucho centro comercial pero antes de las 6 ya hay muchas tiendas cerradas. A la vuelta entramos en la oficina de Turismo y nos dan varios folletos. A las 18.50 llegamos al Hotel Clanree, en Letterkenny. Cenamos a las 20.30, y luego 2 horas en el bar del hotel.
Despertador: 6.45. Desayuno: 7.15. Salida 8.30. Otro día que amanece con sol, todos muy puntuales. Nos espera por delante una mañana de autobús, camino de Galway. El paisaje es precioso: lagos, praderas, ovejas, vacas, unas casinas primorosas de una sola planta, recién pintadas, con flores y cercados de madera; el conjunto es de postal.
A las 10 pasamos por Sligo, puerto con una ría por el medio y barquitos. 10.10 parada técnica, y una cola para la toilette igualita que la de ayer. ¡¡¡Paciencia!!! Los que no pasaron por el baño apuntan que se tenga en cuenta para la próxima parada que sean ellos los primeros.
Samu nos habla de los diferentes escritores y de la fuerte relación que tienen con los distintos condados: James Joyce, Samuel Beckett, Jonathan Swift… A las 13h. llegamos al Victoria Hotel Galway. Comida y tarde libre, mucho ambiente en las calles.
Muy puntuales como siempre, ya en el autobús Viso toma la palabra: resulta que es el aniversario de boda de Luisma y Ana. Aplausos, ramo de flores y cántico: “Éstas son las mañanitas…”, y más aplausos. A las 10.30 breve parada en el lago Inagh, guapísimo. Foto de grupo y vuelta al autobús. Llovía fuertemente pero paró por completo durante nuestra parada. Ya en el autobús sale hasta el arco iris. Al otro lado de la carretera, la turba. De fondo, música de Enya.
Visita a la Abadía de Kylemore: una parte, que es la que está abierta al público, una pequeña iglesia neogótica y el mausoleo, por último los jardines, en bus. A las 12 seguimos viaje a Cliffdem, un puerto pequeño que en verano tiene muchos visitantes. Comida en el Brown’s Restaurant: minicuenco con ensalada, “plato del mar” y profiteroles. (Algunos casi no comieron). Por cierto, los aviadores Alcock y Brown, los primeros en cruzar el Atlántico (ocho años antes que Lindbergh), aterrizaron en este pueblo.
Salimos a las 15.15, a las 16.30 ya estamos llegando a Galway. Hay un poco de atasco, pero no se oye ni un bocinazo. Samuel nos cuenta el programa de mañana, recalcando ¡en el autobús a las 8! En este momento está lloviendo, como casi siempre. Pasamos la tarde de 17 a 20 paseando y conociendo la ciudad: el puerto, tiendas, plazas… A la cena casi hay un motín por el verde…
8 en punto y en marcha. ¡Perfecto! Nos felicita Samu por la puntualidad. Dejamos atrás el Victoria Hotel Galway y la bahía de la ciudad. Se ven cormoranes. El día ha amanecido típicamente irlandés (o sea, lloviendo y gris a tope), aunque a los 20’ comienzan a abrirse claros. Nos comenta Samu las peculiaridades de los irlandeses y su carácter tranquilo. Los ingleses hacen muchos chistes sobre irlandeses, y éstos los hacen sobre las gentes del condado de Kerry. Aquí cuenta el chiste de “van dos ingleses y un irlandés…” y nos cuenta que muchos irlandeses vienen de vacaciones a España, y cómo el país va dejando de ser el país pobre y atrasado que era. El conductor trae en el espejo una cruz de Santa Brígida, patrona de los irlandeses junto a San Patricio, presentes ambos en todas partes.
Volvemos a encontrar la bahía de Galway, y a la derecha la casa-torre en Kinvara. Transitamos por una carretera por la que a simple vista parece increíble que puedan pasar dos coches al mismo tiempo (hay muchas así en Irlanda). Nos cruzamos con más de dos autobuses y, gracias a increíbles maniobras, lo conseguimos. Aplausos para Ángel, el señor conductor. Nos aclara Samu que por eso trabajamos con conductores españoles, porque un irlandés posiblemente ni lo intentaría. A pesar de la niebla, a la izquierda hay unas vistas muy bonitas del valle que acabamos de atravesar. Tras hora y media de viaje llegamos a los acantilados de Moher, con mucha lluvia y niebla. Directamente entramos en el Centro de Visitantes: al baño, a la cafetería, a la tienda… según gustos. Como no para de llover, hacemos dentro una foto con un gran mural de los acantilados. Por fin, en el último cuarto de hora, amaina y despeja algo la niebla, y nos acercamos a un pequeño mirador, pero ya era hora de volver al autobús puesto que se terminaba el tiempo del que disponíamos.
Samu nos sigue hablando de la historia del país, en concreto de lo que se conoce como la “gran hambruna”. Ya son las 12 y el tiempo sigue siendo un espectáculo. Aclara, para, sale el sol, se cierra, diluvia… tal y como nos habían contado, pero una cosa es la teoría y otra diferente vivirlo.
Vamos en dirección al castillo de Bunratty, lugar del siglo XV con guía… de La Fresneda. Visita al castillo y al Parque Folclórico, un pueblo de campesinos totalmente reconstruido.
Comemos, y arrancamos en dirección Limerick, en el condado de Clare, hasta llegar al condado de Kerry. En 10’ estamos cruzando el río Shanon, en Limerick. Es el mayor río de Irlanda (de aquí son The Cranberries). Parada en Adare, pueblín pequeño pero con encanto, donde hay unas casas con techo de paja, similares en esto a nuestros teitos, pero ahí termina el parecido, pues en éstas viven o son tiendas, todas pintadas de blanco y con flores por todas partes.
Cena ¡a las 19,.5! Teatro Folclórico Nacional a las 20.30. Fue un espectáculo bueno, con música en vivo, teatro y bailes, y terminó a las 22. Sólo para cruzar al teatro (enfrente del hotel) ya nos pusimos como sopas y, aunque quisimos dar una vuelta, el frío y la poca gente nos desanimaron a la mayoría. Quienes sí entraron a los pubs coincidieron con más españoles y al final encontraron mucha animación.
Amaneció gris plomizo, salimos como siempre puntualísimos, 8.15 en ruta. Después de hora y media pasamos delante de una escuela que sale en la película La Hija de Ryan. Y al poco un autobús pequeño lleno de chicas que van para esa escuela nos saludan y nos sonríen todas, así que les correspondemos. Hacemos una parada en el borde para ver unas vistas espectaculares de la bahía de Dingle. La carretera mínima: a un lado la pared y al otro el precipicio. Por ley se viene por aquí pero la vuelta se hace por otro lado, pues no pueden cruzarse dos autobuses. Desde hace veinte minutos hace un sol estupendo pero con tanta nube no durará mucho. Llegamos al oratorio de Gallarus. Media hora para visitarlo: es una construcción de hace 1.300 años, de la época del paleolítico cristiano irlandés, construida con piedras pero sin utilizar argamasa. (El patrono de aquí es San Brandon).
Paramos una hora en Dingle, un pueblín pequeño con puerto, un mercadillo y un delfín que llegó en el año 1984 y al que llaman Fungie. Tiene una escultura en bronce delante del puerto y el aparcamiento del bus.
Las 12, seguimos con sol, en marcha hacia Killarney. De nuevo Samu nos pone al día: salario mínimo, 1.200€/mes; hay sistema sanitario pero con dos tipos de cobertura, una que es total (hay que ganar un mínimo de 126 más o menos) y otra parcial o limitada que obliga a pagar algunas cosas; la escolarización es obligatoria desde los 6 hasta los 15 años y es obligado estudiar irlandés.
Llegamos a las 13.30, a las 2 se come y se marcha a las 15.30. El restaurante muy bien, eficientes, rico y en 45’ terminamos. Ya hace rato que está lloviendo. Arrancamos puntuales. Vamos al parque natural de Killarney, con la Mansión Muckross. Segunda foto de grupo, paseo en coche de caballos hasta la cascada de Tora, el parque es una preciosidad y dentro hay un lago guapísimo, y por último visita al interior de la mansión con un guía en “castellano”.
De vuelta, ya en Tralee (son las 18.55 y diluvió todo el viaje y aquí sigue) nos comenta Samuel el itinerario de mañana: anillo de Kerry. Hoy cena a las 8.30, el desayuno de mañana a las 7.15 y a las 8.30 salimos (con maletas).
Diana a las 6.30. La salida a las 8.30 pero son y 25 y según dice Samuel, ¿no olvidaríais nada? Aparece una llave de una habitación que baja él a todo correr. Nos dirigimos al anillo de Kerry y más tarde al condado de Cork, la zona más turística. Amaneció gris, suelo mojado como siempre pero no llueve y ya hay algún claro en el cielo, 12ºC. La primera parada es en “La taberna del zorro rojo” para tomar un Irish Cofee o café irlandés, 5,50€. (El whiskey es como lo escriben aquí, mientras que el escocés se pone güisqui, uno se somete a dos destilaciones y el otro a tres). De vuelta al autobús cuenta Samuel un chiste de irlandeses: dice uno “mi mujer no sabía que bebía hasta que llegué un día a casa sobrio”.
La segunda parada la hacemos a las 9.40 en un lado de la carretera porque hay unas vistas estupendas de parte de la península de Iverag: el agua es un remanso y la sensación que transmite es de tranquilidad y silencio (roto por nosotros queriendo hacer fotos a diestro y siniestro). Llegamos a Caherdaniel, la población donde nació Daniel O’Conell, defensor de los católicos y hoy recordado en toda Irlanda…. bueno, en casi toda. Además de una estatua hay una iglesia dedicada a él, no a ningún santo. Significó mucho para ellos. Murió solo, en el exilio en Génova, y con pena por las noticias que llegaban de Irlanda del principio de la gran hambruna. Seguimos bordeando el agua, aparece el sol a las 10.15 y las vistas son preciosas.
Ahora vamos a Waterville, pueblo al que se relaciona con Charlot por haber vivido aquí. Nos dan media hora, estamos al lado de la playa y por primera vez huele a mar. Hacemos foto con una estatua de Charlot a tamaño natural.
Sigue el sol, hay 19ºC. Estamos acercándonos al mirador de Santa Brígida, nos dice Samuel que tenemos mucha suerte porque a veces la niebla impide ver nada. Las correspondientes fotos en todos los formatos. Vuelta al bus y a los dos minutos nos “rozamos” con un coche rojo que venía en la otra dirección. A las 12, nubes grises oscuras y empieza a llover. Llegamos a las 12.30, vamos a ver el monumento megalítico, ya en Kenmare.
Paseamos un poco y a la una y media comida en el restaurante Foley’s: muy bien, de segundo además del consabido salmón nos ofrecieron un plato de carne típico de aquí que estaba buenísimo, abundante, con una base que no supimos de qué era, luego un hojaldre, la carne, y otro pequeño hojaldre a modo de tapa. Tenía algo de Guinnes pues además de decirlo, la salsa era oscura.
Habíamos quedado en salir a las 14.45 pero no fue posible, eran menos cinco. Ya en el autobús, lloviendo un montón como casi siempre, nos dirigimos a Cork (hora y media de viaje). Son las 15.30, ni rastro de lluvia y un sol fuerte (sobre todo tras el cristal), pero en el cielo seguía habiendo unas nubes negras, así que no tardó en llover. Una vez en Cork hicimos una visita panorámica de la ciudad y luego hora y cuarto de tiempo libre, pero diluvió y lo único que hicimos fue pasear bajo la lluvia y de paso bajar la comida, que había sido buena. Ya en el hotel, el recién inaugurado Cork Internacional Airport Hotel nos impresionó por su decoración ultramoderna, anduvimos como niños pequeños, mirándolo todo y haciendo fotos. Está pegado al aeropuerto y la habitación increíble. La cena a las 8.30, una parte del comedor simula la cabina de un avión y se come bajando bandeja y todo. El menú, aparte de lo verde, era pollo a la plancha y luego más pollo como si fuese al chilindrón.
Llamada a las 6.30, desayuno a las 7.15, salida con maletas 8.30. Amaneció muy gris, de noche había llovido y marchamos puntualísimos. Nos saluda Samuel, nos dice que tenemos poco menos de una hora para la primera parada. El termómetro marca 13ºC y al poco paramos en Cashel en el condado de Tipperay, tenemos hasta las 11 para visitar la roca de Cashel o Monte San Patricio. Al principio llovía, luego paró pero menudo frío que hacía arriba.
Ya en el autobús, camino de Kilkenny, nos pone al tanto Samu de la historia de Irlanda, con detalle y bien. Entremedias nos pone una canción de U2, “Domingo sangriento”, que recoge el sentir de tantas vicisitudes y que tocan siempre en sus conciertos. También nos facilita datos y curiosidades: por qué les llaman los gatos, cómo es su bandera, que son muy buenos jugando a rugby pero su deporte favorito es el Hurling, que hay un castillo que puede verse por fuera porque la visita de su interior no está incluida, que aquí hay cerveza propia muy famosa, la Smithwick´s rubia tostada, que en verano hay mucho niño español estudiando; también hay una catedral protestante. De fondo sigue sonando U2. Tiene un río, y se cuenta que en el siglo XIV había una bruja. Aquí paramos para ver algo, comer (13.30) y de vuelta al autobús a las 3. Hace un sol de justicia y pasan ya 5 minutos de la hora, y faltan 3 personas. Marca el autobús 17ºC. Entre medias vimos a Alonso, que nos pusieron en la tele pero intercalado con carreras de caballos. Al final los que faltaban (3 varones) nos informan de que Alonso adelantó a Massa y a falta de 3 vueltas va primero.
Son las 15.20 y hace sol, 19ºC, cuando partimos de vuelta a Dublín. Para hacer más llevaderas las 2 horas de viaje estaba prevista una película sobre Irlanda pero por un problema técnico tuvo que ser Shrek. A las 17 llegamos a Dublín, hay mucho tráfico, llueve hacia la mitad del viaje, pero mucho, ahora paró pero está todo mojado. El Tara Tower Hotel Dublín está en la zona de las embajadas, lejos del centro. Aprovecha Samu para despedirse con unas palabras en su nombre y en el de Ángel el conductor. Son palabras elogiosas y correspondemos con aplausos. Se ofrece a bajarnos al centro y luego que volvamos por nuestra cuenta, y nos dice qué autobuses bajan al centro. Hay 15’ más o menos y la cena es a las 8.30, en el hotel. El comedor decorado con unos jarrones con flores frescas muy bonitos y el menú similar a todos. Tomamos una copa en el bar de despedida.
Despertador 6.30, desayuno 7.15, maletas 8, salida 8.24. Amanece gris pero sin llover. Hay tráfico, es lunes. Pasamos por un paseo al lado de la playa. La marea está baja, y hay carteles a lo largo del paseo indicando que deben recogerse las cacas de los perros, las multas van de los 125 a los 3.000€. En la radio, música del país y el termómetro dice que hay 13ºC. Ahora el puerto, con grúas, depósitos, barcos y barquines. Peaje... Comienza la vuelta. La sensación es prestosa pero los madrugones hicieron mella y el cuerpo está cansado. ¡Qué “dura” es la vida del turista! Ahora estamos pasando un túnel que se inauguró en marzo y que nos saca de la ciudad (más de tres minutos y va por debajo del río) y nos deja cerca del aeropuerto. Nos da Samuel las últimas instrucciones para cuando aquí saquemos las maletas y luego la conexión a Madrid. Estuvieron con nosotros hasta que facturamos maletas Samuel y Ángel el conductor. Nos despedimos de ellos y en total hasta que embarcamos pasamos en el aeropuerto de Dublín más de dos horas. Son las 11.55, nos dan prensa y la azafata da las instrucciones pertinentes, se empieza a mover el avión y dejamos suelo irlandés a las 12.10. Aterrizamos en Madrid a las 15.30, tenemos que llegar a la puerta K69. El avión de Asturias sale a menos cinco, así que 15’ más que caminando, corriendo. Pudimos ir malamente al baño, de comer y beber olvidarse, aunque algunos, más hábiles o precavidos, si pudieron comer algo. Despegamos de Madrid con sol y cielo azul, y ya arriba el contraste del paisaje que dejamos atrás con el que se divisa: llano sí, pero dominando el color amarillo y pocas zonas verdes. En 50’ en Ranón. Siempre me parece una maravilla esto del avión. Y para terminar llegan la mitad de las maletas. 45’ reclamando y tomando datos, que llegarán esa noche pero las repartirán mañana. Lo habíamos comentado entre risas porque sabíamos que había poco tiempo entre un avión y otro, más después de lo que corrimos por la T4, aunque en el fondo crees que no sucederá, pero sucedió. Hubo quién marchó por su cuenta aunque la mayoría utilizamos el bus y empezamos por Avilés a dejar gente, entramos por La Carriona y dejamos a los del lugar. Arrancamos y de repente los de atrás gritan que paremos el bus, que nos siguen corriendo… van al encuentro, tardan 2 minutos y haciendo cábalas si dejarían algo aquí, si habrían cogido una maleta cambiada… total, cuando vuelve Viso resultó que simplemente iba a la tienda a coger agua antes de subir a casa ¡carcajada general! Proseguimos a Gijón y ya por fin Oviedo.
Contentos, cansados pero con buen sabor de un viaje a un sitio que suponíamos similar a Asturias, por el verde sobre todo, pero con bastante mas lluvia, poco habitado y en el que nos sentimos muy a gusto, aun con la barrera del idioma y al que te parece que podrías volver en cualquier momento para seguir conociéndolo a tu aire, sin problemas.
Por cierto, las maletas llegaron al día siguiente sin mayores perjuicios.