CRÓNICAS 2006

CENERA

Chema Mier

Compañero de la Caja, en la oficina de La Tenderina.

Más allá de la romería, de la canción que hace tantos años nos reveló la existencia de un mierense cantor.

Digo más allá porque la excursión a Cenera tiene o puede tener otras enriquecedoras “visiones” además de la que evocan las estrofas de Víctor Manuel.

Para quienes suscribimos esta crónica el día comenzó en la estación de tren de Lugones, hacia las 11 horas ya estábamos subidos y dispuestos, cámara de fotos incluida, a llegar a Mieres del Camino para unirnos al grupo.

Orientados por el más experimentado Luisito, que venía de los gijonés, caminamos a la orilla del Nalón hasta tomar el ramal hacia nuestro destino.

El día se alió con todos nosotros, otros amenazantes e invernales habíamos dejado atrás; pero el 28 de nuestro Febrero, no defraudó a nadie y fue un estupendo compañero de viaje para todos.

La carretera, arreglada y adecuada para automóviles y caminantes, nos iba mostrando este formidable paisaje de carbón y verde que, ya por costumbre, no nos impresiona como debiera a los de aquí.

No conocíamos la zona y nos empeñamos en subir hasta la capilla, santuario de los denominados por la iglesia católica “mártires” Cosme y Damián.

Ya en el pueblo, la guardesa, ausente, había delegado en una amable vecina la custodia de las llaves que nos permitieron entrar y conocer a estos dos personajes de los primeros siglos.

Echamos de menos, en esos momentos, un guía documentado (al estilo del experto que nos acompañó e ilustró en Cuenca y Teruel).

Para aquellos que les interese, diremos que esta pareja de “santos mártires”, son en realidad quienes representan a los sanadores (los santos sanadores) que desde los tiempos más lejanos del cristianismo, operaban con sus manos en las personas necesitadas, practicando (ya lo hacía Jesús en su época) la sanación en un acto donde cielo y tierra, de forma canalizada, se unían en beneficio del necesitado.

Ya después de recorrer los alrededores, nos pusimos en marcha para reponer fuerzas en Cenera.

Nuestra sorpresa por ser los únicos “en activo” del grupo.

Allí parte de las viejas glorias de nuestra empresa se fueron acomodando, unos con otros, ayudados (como fue nuestro caso) por un Viso siempre pendiente de los detalles.

Y dimos cuenta de un estupendo menú, muy de la época. Estupendo de sabor.

Con los entrantes fuimos entrando en calor y conversación con nuestros compañeros de mesa (Virgilio, Manolo del bbva de la villa…), viajeros de pro, experimentados y conocedores de tantas anécdotas.

Desde aquí saludos para todos y el deseo de un próximo encuentro.